El campo es el que nos provee de alimentos a las ciudades, sin campo no hay ciudad. Así como en las ciudades dependemos del campo, pareciera que en las ciudades viviéramos de espaldas al campo.
Por nuestra forma de vida en la ciudad generalmente no consumimos los alimentos que están en cosecha, si no los alimentos que generalmente usamos para nuestra dieta.
La lógica económica predominante que busca las economías de escala para aumentar la especialización en los cultivos va en contra de la sostenibilidad de la vida en el planeta:
• Creando los monocultivos, en vez de policultivos.
• Cadenas globales de comercialización en vez de cadenas cortas.
• Dependencia de insumos externos en vez de autoabastecimiento de insumos.
Las consecuencias de esta lógica económica para nuestro sistema de alimentación es el siguiente:
• De las 6 mil diferentes plantas que los humanos alguna vez consumimos, solo consumimos 9.
• De esas 9, 3 representan el 50% de nuestras calorías: Maíz, arroz y trigo.
• Solo 4 compañías en el mundo controlan casi el 98% de las semillas que la agricultura en el mundo necesita.
Las consecuencias para los campesinos que están inmersos en esta lógica económica son:
• Solo se deben dedicar a los cultivos de exportación: Café, banano, flores, aguacate, limón, gulupa, granadilla, tomate de árbol y uchuva. Por qué se los compran a precio justo las empresas que exportan.
• Los cultivos de maíz, frijol, arroz, calabaza, yuca, cebolla, papa, tomate no son rentables están expuestos a los precios de los intermediarios.
• Para ser rentables solo pueden usar agroquímicos.
Las consecuencias para el campo Colombiano de toda esta lógica económica, es que cada vez se acaban los saberes ancestrales, se contaminan más los ríos por los agroquímicos, disminuye la biodiversidad y la variedad de alimentos producidos en nuestra geografía, Por lo cual hoy hay menos campesinos y cultivos diversos que aporten equilibrio al planeta.
Y en municipios de Antioquia como en Sonsón caracterizados por las fiestas del Maíz ya no se produzca maíz y lo tengan que importar al igual que en San Vicente Ferrer reconocido por el frijol, también lo tengan que importar.
Es por lo que muchos campesinos tienen que abandonar el campo e irse a las ciudades en busca de otras oportunidades, por no lograr insertarse en esta economía; Bien sea por no especializar sus cultivos, no tener los recursos para comprar los agroquímicos, o por qué quebraron con su cultivo.
Otros simplemente por no renunciar a sus costumbres no se montan en esa lógica económica del mercado y viven fuera del sistema, sin muchos recursos, pero con su consciencia limpia, manteniendo sus monocultivos para su supervivencia y cuidando el medio ambiente.
Fuera de todos estos inconvenientes, debemos sumar el abandono que ha estado sumido el campo en Colombia por la violencia, falta de carreteras, falta de educación y de presencia del estado, es que debemos volver a mirar al campo.
