Desde alimentación consciente los queremos invitar a recuperar los hábitos ancestrales, en nuestra alimentación y estilo de vida, cuestionando algunas pautas alimentarias modernas basadas en intereses industriales y políticos.
Destacando el valor nutricional de los alimentos y sus procesos antes que la marca y sus certificados de calidad. como la carne roja y la sal que en la actualidad se han satanizado. Desmitificando las ideas preconcebidas y proponiendo una nutrición evolutivamente correcta, como lo ha hecho el homo sapiens durante su evolución, basándonos en comida real, alimentos de alta calidad, no en el ultraprocesasos y en comida chatarra y priorizando los productos de origen animal y vegetal.
La nutrición moderna tiene consecuencias negativas cuando nos concentramos más en las calorías y menos en los procesos de los alimentos, lo cual a la larga evidencia el incremento de enfermedades asociadas a la obesidad, como la diabetes, la hipertensión y el cáncer.
Nuestra visión es volver a recuperar los hábitos de compra, preparación y consumo de los alimentos. Debido a que las pautas alimentarias modernas están diseñadas bajo intereses industriales, políticos y basadas en estudios con baja evidencia clínica. Las pautas alimentarias deberían estar basadas en la fisiología y la genética del Homo Sapiens. Es importante remarcar que somos una especie de 300.000-600.000 años y que el genoma humano está fijado hace más de 40.000 años. El mundo ha evolucionado demasiado y al organismo no le ha dado tiempo a adaptarse al boom industrial y a la globalización alimentaria.
¿La carne y la sal la debemos incluir en nuestra dieta?
Debido a que la carne ha sido nuestra base alimentaria durante millones de años de evolución del género Homo unos 3-4 millones de años. Esto ha sido así, hasta que aparece la agricultura hace unos 10.000 años. Los alimentos de origen animal son los de mayor densidad nutricional (muchos nutrientes en pocas kcal). En este momento de nuestra historia evolutiva es donde más obesidad hay y que a la vez más deficiencias nutricionales sufrimos.
Esto es debido a que nos alimentamos a base de hidratos de carbono refinados de baja densidad nutricional (mucha energía, pero pocos nutrientes) y a qué permanecemos más tiempo sentados en una oficina trabajando y no al aire libre buscando alimento.
El Homo Sapiens se ha convertido en un animal de cebadero. Estabulado en su casa, oficina y restaurantes comiendo. No hay ni un solo estudio con datos clínicos y evidencia científica sólida que concluya que la carne es perjudicial para la salud. Todos los estudios que cargan contra la carne son estudios epidemiológicos. La realidad es que las pautas alimentarias actuales se basan en esta clase de estudios totalmente manipulables.
La sal también ha sido un pilar para el Homo Sapiens. Los mayas y los romanos la usaban como moneda de cambio. La palabra sal-ario viene de la antigua roma, ya que ellos pagaron con sal durante muchos años. Hay muchos estudios de referencia con datos clínicos y evidencia de calidad que apunta a que no es buena idea restringir la sal, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, derivado de la deficiencia de sodio que es un nutriente esencial cuya principal fuente dietética hoy en día es la sal.
Es el momento de nuestra historia evolutiva que más restringimos la sal y que más hipertensión sufrimos. Por supuesto, hablamos siempre de sal y carne de calidad. No es lo mismo un animal de cebadero o estabulado en un establo que un animal criado de forma natural y extensiva, con pasto, bajo el sol y moviéndose.
¿Cómo se debe alimentar el Homo Sapiens?
Con comida real, sin procesar y de alta calidad. Y la base alimentaria es a base de productos de origen animal. En escalones más arriba encontramos las grasas saludables como los frutos secos o las aceitunas, los vegetales, los tubérculos, las raíces y las frutas. Dentro de la calidad de los alimentos, están los huesos y las vísceras. Es importante incluir este tipo de alimentos olvidados.
El caldo de huesos nos aporta una gran cantidad de minerales como el calcio, el fosforo o el magnesio que son supe-necesarios para tener unos huesos fuertes. Las vísceras como el hígado y el corazón son de los alimentos de mayor densidad nutricional del mundo. Los sesos nos aportan mucho omega-3 de calidad. Las tripas (callos) o las manitas nos aportan muchísimo colágeno.
Tampoco hay que irse muy lejos para ver que nuestros antepasados se comían de la cabeza a la cola del animal y esto es muy importante ya que cada parte del animal nos aporta una serie de nutrientes diferentes y el organismo necesita un equilibrio entre todos ellos. Hoy en día esto se ha perdido y solo nos comemos la pechuga, el lomo, toda la carne pulpa, dejando fuera muchos nutrientes esenciales para tener una buena salud como el colágeno el cual se encuentra principalmente en los órganos y huesos.
La salud moderna ha disminuido por alimentación de menor calidad. La salud del Homo Sapiens Domesticus es terrible. Cada vez enfermamos antes, adolescentes con 20 años con enfermedades de personas de 60 años. Las enfermedades relacionadas con alimentación no dejan de crecer:
• Obesidad: En el año 1975 la prevalencia de obesidad era de 105 millones de personas en el mundo. Hoy la cifra es de 800 millones.
• Diabetes: En el año 1989 la prevalencia era de 108 millones de personas en el mundo. Hoy en día la cifra ronda los 520 millones.
No hay nada como darle al organismo lo que realmente necesita. Las enfermedades modernas llegan con la alimentación moderna. Una correcta alimentación acorde a nuestra fisiología y genética como Homo Sapiens es recuperar la salud plena.
Lo más complicado es quitarse alimentos modernos como el azúcar o los hidratos de carbono refinados. El ser humano moderno vive para comer y se ha convertido en un animal muy emocional con la comida. Vivimos estresados y ansiosos y pagamos todas esas sensaciones del día a día con alimentos de alta carga glucemia o peor aún ultraprocesados que nos generan reacciones químicas en el cerebro que nos sacian y nos relajan. Pero eso dura minutos luego llega el bajón.
Tenemos que dejar lo de vivir para comer y darnos cuenta de que realmente comemos para vivir. Está claro que podemos darnos caprichos alimentarios, pero no debe ser la regla.