El últimos artículos de alimentación conscientes, hemos estado hablado del cortisol.
En este articulo queremos darles algunas pautas para ayudar a bajarlo.
1. Realizar ejercicio físico
Una de las formas más efectivas para combatir el estrés, la ansiedad y la depresión es practicar ejercicio con regularidad. De esta manera fomentas la producción de serotonina y dopamina, hormonas que reducen la ansiedad y ayudan a combatir la depresión.
Una de las claves reside en el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) Cuando una persona tiene el BDNF elevado, tiene mayor capacidad para aprender, recordar datos, concentrarse y a la larga, menor deterioro cognitivo. Es capaz de disminuir la inflamación cerebral y de bajar los niveles de cortisol.
Otras actividades que también potencian la liberación de BDNF son el baile, una dieta sana, la exposición al sol, pasear en la naturaleza, escuchar música o potenciar las relaciones sociales con nuestras personas preferidas. La alimentación también puede ser de ayuda: algunos alimentos favorecen la producción de esta proteína como el chocolate, el aceite de oliva, los arándanos o la cúrcuma.
El ambiente en el que uno practica deporte importa. La naturaleza y los seres vivos inducen en la mayoría de las personas un estado de bienestar.
2. Manejar a las personas tóxicas
Las personas tóxicas, se vuelven espectadores con derecho a opinar sobre todo lo que decimos o hacemos y, por lo tanto, resulta muy difícil crear vínculos sanos con ellos.
Son expertos manipuladores y saben detectar con precisión los puntos débiles de sus víctimas.
La clave para que las personas tóxicas no nos afecten está en la actitud que tomamos hacia ellas. Hay que conseguir que no invadan nuestro mundo interior, evitar en lo posible que se entrometan en nuestra vida, y jamás permitir que anulen nuestra capacidad para tomar decisiones.
3. Mantener pensamientos positivos
Para evitar las preocupaciones hay que sustituir esos pensamientos por ocupaciones o ideas constructivas y positivas.
Existe una voz interior, que nos puede confundir, esa voz comentadora del pensamiento. Por lo que debemos educar esa voz, para recuperar el equilibrio.
4. Practicar el Mindfulnes
Mindfulness significa atención plena en el momento presente. el arte de observar intencionada y atentamente nuestra conciencia.
Supone solo un examen mental con el fin de discernir qué hace enfermar nuestra mente y qué la cura.
tener un sentido en la vida, una comunidad de apoyo, propósitos y meta y la oración/meditación como mecanismo para lidiar contra los problemas y dificultades contribuye a nuestro equilibrio interior.
El problema de la oración y de algunas técnicas meditativas es que no podemos acudir a ellas, pidiendo, exigiendo, implorando, con angustia. Por qué a la larga más que aliviar, a veces genera mayor intranquilidad.
5. Tomar Omega 3
Ingerir omega 3 es una manera muy sana de potenciar nuestro estado de ánimo y capacidad cognitiva. Aunque hay seis tipos de ácidos grasos omega 3, solo tres de ellos se relacionan con la fisiología humana: el ácido α-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA).
Se suelen denominar ácidos grasos esenciales porque resultan de vital importancia para ciertas funciones del organismo, y porque ninguno de estos ácidos grasos puede ser producido dentro de nuestro organismo, por lo que es necesario adquirirlos a través de la alimmetacion.
El EPA Este ácido graso puede obtenerse a través de la ingesta de pescados —salmón, sardina, atún, caballa, arenque, aceite de pescado y aceite de hígado de bacalao. Ayuda a disminuir los niveles de lípidos, colesterol y triglicéridos en la sangre.
El DHA se encuentra en aceites de pescado, aunque también en algunas algas como la espirulina. El cerebro precisa de un nivel adecuado de DHA para su desarrollo óptimo.
No solo es importante ingerir ácidos grasos esenciales, sino que resulta aún más crucial el hacerlo en una proporción adecuada entre omega 6 y omega 3. pero en las últimas décadas, debido al auge del consumo de carne y de productos procesados, esa proporción se ha elevado a 10:1 en las dietas occidentales. Se ha demostrado que disminuir la proporción ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, asma, artritis.