La ciencia de los hábitos ayuda al medio ambiente y a tu salud

La ciencia de los hábitos ayuda al medio ambiente y a tu salud

Con pequeños detalles como tomar el transporte público y bajarnos del carro ayudamos al medio ambiente y a nuestra salud.

Desaprender hábitos tan arraigados como usar nuestro carro en vez de caminar y tomar un bus no se logra de la noche a la mañana, pero una vez que lo haces no hay vuelta atrás.

Inviertes mejor tu tiempo y ayudas al planeta. En vez de estar la hora, o las horas conduciendo un auto entre trancones y contaminado el planeta.

Puedes estar caminando y trabajando desde tu celular en el bus o metro. Sin darte cuenta en poco tiempo caminas hasta 10 km diarios.

La sensación de libertad que incluye no depender de un auto puede ser muy satisfactoria. Empezando por el ahorro de tiempo en la búsqueda del parqueadero y el dinero que debes pagar por él.

En las ciudades caóticas de hoy en día moverte con libertad, es el medio más conveniente.

Pues puedes escoger entre caminar, tomar el bus, Uber, bicicleta, patineta. Y hasta tomarte una cerveza, ya que cuando conduces está prohibida.

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Con lo anterior no digo que un auto eléctrico o tu viejo auto de combustión no sea útil para ir a mercar, para viajar a la finca, para transportar a los niños. Lo que sí puedo decir es que no necesitamos el auto para salir a trabajar y para movernos en semana por la ciudad. Existen otras opciones.

Siempre me he preguntado para que usamos el auto para ir al gimnasio, si se supone que vamos a ir a hacer ejercicio, por qué no vamos a pie o trotando y de este modo calentamos. Estos pequeños detalles ayudan al planeta y hasta nuestra salud.

Igual pasa cuando salimos a montar en bicicleta y decidimos cargar la bicicleta en el espaldar de nuestro auto hasta la población más cercana a nuestra ruta. Para desde allí comenzar a pedalear. Por qué más bien no salimos en la bicicleta desde nuestra casa y regresamos en ella.

Para de esta forma no tener que usar el auto. Creo que son costumbres que tenemos arraigadas y nos cuesta soltar, son hábitos que podemos cambiar y mejorar.

O cuando comenzamos a cambiar el hábito de tomar gaseosa por agua para acompañar nuestras comidas. Al principio se nos hace extraño o difícil, después que interiorizarnos el hábito, se vuelve normal.

Sin darnos cuenta cada vez que repetimos una acción estamos activando un circuito neuronal especifico que está asociado con este hábito. Eso significa que hacer repeticiones es uno de los pasos más importantes para lograr codificar un hábito en el cerebro.

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La ciencia de cómo trabaja un hábito:

El proceso de construir un hábito puede dividirse en 4 simples pasos: señal, anhelo, respuesta y recompensa.

Cuando analizamos por separado estas partes podemos entender que es un hábito, como trabajarlo y como se puede mejorar.

Primero tenemos la señal. La señal desencadena el proceso en tu cerebro que inicia determinada conducta. Nuestros ancestros prehistóricos se mantenían atentos a señales que indicaban la localización de recompensas primarias como alimentos, agua y sexo.

En nuestros días esperamos señales que anticipen recompensas secundarias como dinero, fama, poder, estatus.

Los anhelos constituyen el segundo paso. Sin cierto nivel de motivación o deseo, no anhelaremos el cambio, no tendríamos razones para actuar. Lo que anhelas no es el hábito en sí, si no el cambio de estado que trae consigo.

No te sientes motivado por el hecho de cepillarte los dientes, si no por tener la sensación de tener la boca limpia.

Los anhelos difieren de una persona a otra, las personas no son motivadas por las mismas señales. Las señales carecen de significado hasta que son interpretadas. Los pensamientos, sentimientos y emociones del observador son lo que transforma una señal en un anhelo.

El tercer paso es la respuesta. La respuesta es justamente el hábito que realizas, el cual puede ser un pensamiento o una acción.

El que la respuesta ocurra depende de cuan motivado estés y cuanta resistencia está asociada a la conducta. Tu respuesta también depende tu habilidad.

Finalmente, la respuesta te lleva a obtener la recompensa. Las recompensas son la meta final de cada hábito. La señal consiste en darse cuenta de cuál será la recompensa. El anhelo consiste en desear obtener la recompensa. El anhelo consiste en desear obtener la recompensa.

El pico de la dopamina

Siempre que puedas predecir que una oportunidad se convertirá en recompensa, tus niveles de dopamina alcanzaran un grado máximo debido a la anticipación. Y cuando la dopamina se eleva lo mismo ocurre con tu motivación para actuar.

Errores al inculcar un hábito

Nuestro primer error consiste en tratar de cambiar algo que no es lo que debemos cambiar. Para comprender lo que quiero decir, hay que tomar en cuenta en que ocurren tres niveles en que los cambios pueden ocurrir. Como una capa de una cebolla.

La primera capa cambiar tus resultados (perder peso, publicar un libro) la segunda capa cambiar tus procesos (Implementar una nueva rutina de gimnasios, organizar tu escritorio) y la tercera la identidad. Este nivel se relaciona con cambiar tus creencias. Los resultados se tratan de lo que obtienes. Los procesos de los que haces y la identidad de lo que crees.

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El error ocurre en que la mayoría de las personas comienzan el proceso de cambiar sus hábitos enfocándose en aquello que quieren alcanzar. Esto los conduce a hábitos que están basados en las metas o resultados. La alternativa apropiada es construir hábitos basados en cambios de identidad. Con este planteamiento empezamos a enfocarnos en quien queremos llegar a ser.

La mayoría de las personas ni si quiera considera cambiar su identidad cuando se deciden a mejorar. Únicamente piensan: Quiero ser delgado (resultado) y si me apego a esta dieta, seré delgado (proceso). No consideran las creencias que dirigen sus acciones.

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