No sé si alguno de ustedes les a pasado que cuando nos educamos más en alimentación, nos volvemos más exigentes en la compra, preparación y consumo de alimentos.
Por qué al tener conciencia alimentaria, contamos con un conocimientos para identificar el origen, las materia primas, los procesos de los alimentos y a medida que probamos más alimentos y mejores alimentos; Nuestro paladar evoluciona y nuestros sentidos comienzan a percibir e identificar fragancias, aromas, sabores y texturas.
A través de nuestras nariz y boca que antes no sentía o no era capaz de percibir, por no tomarnos el tiempo de leer una etiqueta, probar y disfrutar los alimentos con consciencia.
El problema de este despertar alimentario, como toda ganancia o mejora en la vida es que es posible que tengamos un choque cultural con nuestros amigos y familiares, debido a que estamos en un ritmo distinto a las personas de nuestro entorno.
Puede que ellos no palpiten como nosotros por los buenos alimentos y no sientan lo que nosotros sentimos al consumir un buen alimento, por qué simplemente no se han educado y disfrutan la alimentación de manera automática sin consciencia.
Es por eso que para muchas personas la mantequilla sea lo mismo que la margarina aunque la primera es hecha de leche de vaca y la segunda de grasas vegetales, o que entre un queso mozzarella y uno adicionado con Maizena no noten diferencia en el sabor, o entre una salsa Bolognesi adicionada con colorantes y sin colorantes no noten la diferencia visual en el color, mucho menos entre consumir un café especial y un café instantáneo.
Pues para las personas que no tienen consciencia alimentaria todos los cafés son iguales , solo son café y no existe diferencias. Así se lo han tomado toda la vida y para que van a cambiar, si como lo han hecho es más fácil y simple.
El punto es que todo este choque alimentario, nos puede llevar incluso a sentirnos como bichos raros, como creo que se han sentido los veganos en la sociedad, por no ser comprendidos por sus seres queridos.
Y lastimosamente nos puede llevar al punto de compartir menos con nuestros seres queridos los alimentos que siempre han sido un punto de unión, a ser un punto de conflicto o de quiebre al compartir, por qué algunos nos ven como seres superiores, exigentes, que afectamos esos momentos de compartir con nuestras exigencias y comentarios rebuscados que dañan el momento.
Creo que este choque cada ves nos está afectando más y depende de nuestra sociedad, tanto de la industria alimentaria como de las personas educarnos más en alimentación, como en tantan otras facetas de la vida para ser mejores personas y dejar este mundo mejor de lo que está.