Muchas personas saben que el ejercicio físico activa el cuerpo, mejora la circulación y fortalece los músculos. Sin embargo, pocos conocen que también puede influir positivamente en la microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos que habita en nuestros intestinos y que tiene un papel esencial en nuestra salud general, incluyendo el bienestar mental y cognitivo.
¿Qué es la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal está compuesta por billones de bacterias y otros microorganismos que viven en el intestino. Su equilibrio depende de factores como la alimentación, el descanso, el estrés y, como revelan nuevos estudios, también del tipo de ejercicio físico que realizamos.
Una microbiota diversa y equilibrada es clave para una buena digestión, una respuesta inmunológica adecuada y una mejor conexión entre el intestino y el cerebro.
El estudio que reveló la conexión entre ejercicio y microbiota
Investigadores del Centro de Neurociencias Cajal (CNC) del CSIC —organismo vinculado al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España— demostraron que el ejercicio físico moderado puede mejorar la diversidad bacteriana intestinal y, con ello, favorecer las funciones cognitivas.
En sus experimentos con modelos animales, los científicos observaron que 40 minutos de actividad física a intensidad media aumentaban la variedad de bacterias intestinales, un indicador de buena salud intestinal.
Algunos géneros bacterianos, como Acetatifactor y ciertas especies de la familia Lachnospiraceae, se asociaron con un mejor rendimiento cognitivo.
Cómo influye el ejercicio en el cerebro
Los resultados mostraron que los cambios en la microbiota intestinal modulan los efectos del ejercicio sobre el cerebro. Es decir, al mejorar la salud intestinal, también se estimula la memoria, la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) y la plasticidad cerebral.
El estudio halló un aumento de células madre neuronales y neuronas inmaduras en el hipocampo, la región cerebral clave para la memoria y el aprendizaje.
Ejercicio personalizado: la clave del bienestar integral
Los investigadores destacan que los efectos del ejercicio sobre el cerebro dependen del tipo, duración e intensidad de la actividad física. Por ello, la recomendación es personalizar la rutina de ejercicios según las características fisiológicas y microbianas de cada persona.
En definitiva, más ejercicio no siempre es mejor. La práctica moderada, constante y adaptada puede ofrecer beneficios más profundos tanto para el cuerpo como para la mente.
El vínculo entre el ejercicio y la microbiota intestinal abre una nueva perspectiva sobre la salud. Cuidar el cuerpo con actividad física equilibrada no solo fortalece los músculos, sino también el cerebro y el bienestar general.
Moverse con moderación podría ser, literalmente, una forma de pensar mejor.


