La naturaleza es vida, es sabia, se toma su tiempo; desafortunadamente los seres humanos queremos obtener resultados rápidos, no tenemos muchas veces la paciencia para comprender que todo necesita tiempo para hacerse mejor y para no generar consecuencias negativas a otros seres.
En la naturaleza todo se renueva, el agua corre en un rio y no siempre es la misma, todo está conectado, todos los seres vivos se unen a través de una simbiosis, donde los actos de cada ser crean consecuencias en otros seres vivos y esas conexiones crean sinergias que renuevan la vida en el planeta y permiten que ese aparente desorden o caos natural mantenga este planeta en movimiento y al morir seres vivos, nazcan otros seres que renueven el planeta y el ciclo continue de nuevo, tantas veces como sea necesario.
En el planeta gracias a la naturaleza nada se desperdicia lo que es basura para algunos seres es alimento para otros, en el campo es usual hablar de las tres M (minerales, mierda y microorganismo). La cascara de las frutas y verduras es alimento para los insectos y microorganismos, la mierda de los mamíferos es alimento para los microorganismos y para la tierra que se nutre de esos desperdicios, así como las hojas, ramas de los árboles y les da de nuevo alimento a las plantas con todos esos nutrientes que recibe.
En cambio el hombre crea empaques plásticos y químicos en sus alimentos que no son alimentos para los microorganismos y terminan convirtiéndose en basura y desperdicio que envenena al planeta y no logra encajar en este equilibrio natural o ciclo que absorbe todo y lo renueva.
Es por eso que la industria de alimentos para tratar encajar en este equilibrio nos ofrece ultraprocesados que no son alimentos, porque un alimento tiende a tener menos procesos y por eso su vida útil es corta, porque es fresco, se descompone para dar alimento a otros seres vivos, al contrario de un ultraprocesado, que al contener químicos aumenta su vida útil, pero muchas veces no es alimentos para muchos seres vivos en el planeta y termina convirtiéndose en basura y contaminación, lo cual no encaja en el ciclo natural.
Los seres humanos, que vienen de los antiguos Nerdentales y Homo Sapiens fueron diseñados para vivir en las sábanas de África y alimentarse de frutas y semillas silvestres. Vivian como recolectores, eran omnívoros no comían animales y por eso debían ser nómadas para desplazarse y buscar alimentos. Luego con el descubrimiento del fuego, pudieron coser los alimentos de la caza de animales y se convirtieron en carnívoros. Y alrededor del fuego construyeron un refugio que les permitió protegerse del clima y de animales salvajes. Luego con el descubrimiento de la agricultora pudieron asentarse en territorios con las cosechas de granos como el trigo y el maíz que les permitió dejar de desplazarse para conseguir alimentos.
Todo esto permitió que los seres humanos comenzaran a experimentar con los granos cultivados a crear nuevos alimentos y bebidas como el pan, hidromiel, cerveza, vino y chicha. Que con ayuda de los microorganismos obtuvieran un proceso de fermentación natural que gracias a la levadura que se alimenta del azúcar de estos granos produce el gas y el alcohol.
Es por eso que el pan leva por el gas que produce la levadura y el alcohol se evapore en el horno a más de 100 grados. La cerveza de ser una malta dulce se convierte en cerveza por el gas y el alcohol que le aporta la levadura. Al igual que el vino que tiene presencia de alcohol y de gas sobre todo en los espumosos que tienen segunda fermentación.
Esta magia de la naturaleza sucede de forma natural en las frutas podridas, que son las más buscadas por los animales salvajes como micos, pájaros y elefantes que las prefieren por su sabor a alcohol, gas y amargo. Por lo cual el pan, la hidromiel, la cerveza, el vino y la chicha deben ser llamados alimentos y no licores, por que los hace la naturaleza de forma natural.
