A medida que crecemos, nuestra curiosidad nos impulsa a probar nuevas experiencias a buscar la felicidad en diferentes caminos.
Cuando somos jóvenes buscamos la felicidad más en el placer, en la diversión, en cosas que a pesar de que nos hacen sentir muy bien no duran lo suficiente, se evaporan. Por qué buscamos más la felicidad en cosas placenteras y mundanas que en disfrutar el viaje, en aquel proceso que nos hace crecer, aprender cada momento como cuando éramos niños.
Si, cuando éramos niños disfrutamos de lo simple de la vida, de pequeños juegos, como la chucha, escondidas, jugar al fútbol. De la naturaleza, de caminar, correr por el campo, bañarnos en un río. Compartir con animales. Montar a caballo y/o en bicicleta. De ir a estudiar al colegio, de aprender en cada momento.
En la juventud por el contrario nos vamos más por la fiesta, el lujo, la buena comida, la mejor compañía, estar rodeado de las mujeres más bonitas, no necesariamente de las más inteligentes. Ahí es que nuestros valores cambian. Vemos el éxito, como el logro de la felicidad tan anhelada y el dinero como el medio para lograrlo. Por qué si tenemos dinero vamos a poder comprar y poseer cosas, todo lo que queremos, vamos a hacer felices.
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La verdad es que no necesariamente, el éxito no nos va a garantizar la felicidad. El dinero aunque nos ayuda a tener cosas, no necesariamente nos va hacer más feliz, por qué el tener y el poseer no es la felicidad.
Con los años vamos aprendiendo que la felicidad no es un momento, si no un estado, el proceso de disfrutar cada momento de lograr eso que tanto anhelamos. Y que la felicidad no está en las cosas materiales, si no en nuestro ser, en florecer como persona, en hacer lo correcto a pesar de las circunstancias, en servir a los demás.
Con la edad nuestros valores no son los vicios que nos dan el placer que creemos que es la felicidad, si no las virtudes como la sabiduría, la justicia, el conocimiento, el autocontrol que nos llevan a una vida con sentido y con propósito.
Es por eso que cuando crecemos también vamos cambiando de amigos, por qué en ese camino de la vida, también vamos encontrando que muchos amigos, ya no vibran como nosotros, se quedaron en sus vicios, los cuales no nos inspiran, no nos llevan a aprender o hacer mejores personas, si no a devolvernos a otras etapas de la juventud.