Vivimos en una era digital donde la información está a un clic de distancia. Esto ha traído grandes beneficios, pero también un problema creciente: la desinformación. No todo lo que encontramos en Google, redes sociales o incluso en herramientas digitales es verdad. Por eso necesitamos desarrollar criterio, aprender a filtrar la información y, sobre todo, a leer más allá de lo aparente.
Desinformación y confusión de talentos
En este contexto surge un fenómeno particular: la confusión entre talentos y habilidades. Hoy, la popularidad no siempre refleja la realidad. Que alguien o algo sea tendencia digital no significa necesariamente que tenga más talento o valor que quienes no aparecen en el radar de las redes.
Ejemplos claros de esta confusión
- Airbnb y la hospitalidad: tener muchas estrellas como anfitrión no siempre equivale a ser hospitalario. Conozco casos de anfitriones reconocidos en la plataforma que, en la vida real, carecen de esta cualidad.
- Marcas de moda: firmas emergentes como Clermont pueden estar en auge, pero eso no las hace más talentosas que marcas consolidadas como Arturo Calle, Off Corss o Americanino, que han construido trayectoria y confianza.
- El caso de Mr. Bean y las chocolatinas: aunque esta marca de un influencer sea popular, no necesariamente supera a compañías tradicionales que llevan décadas perfeccionando su producto.
Cómo tomar mejores decisiones en la era digital
- No podemos dejarnos llevar solo por visualizaciones, likes o tendencias. Es clave analizar:
- Valores de la persona o marca.
- Habilidades reales y comprobables.
- Competencias desarrolladas con el tiempo.
- Trayectoria y coherencia en sus acciones.
Las redes sociales nos ofrecen dopamina instantánea, pero una decisión inteligente requiere criterio y objetividad.
El verdadero talento requiere tiempo
Aunque la mayoría de nuestras decisiones de compra son emocionales, las mejores decisiones se toman con experiencia. Y la experiencia no se improvisa: se construye con el tiempo, el aprendizaje y la práctica constante.
Del mismo modo, los talentos y habilidades no nacen de un día para otro, ni se fabrican al ritmo acelerado del mundo digital. Lo que realmente vale la pena necesita paciencia, esfuerzo y dedicación.
La era digital nos invita a ser críticos. La fama no siempre es sinónimo de talento, ni las tendencias reflejan la verdad. Como consumidores y como personas, tenemos la responsabilidad de mirar más allá de la pantalla y valorar lo que realmente está construido con autenticidad y trabajo constante.